Dinero infinito, precios infinitos
efecto Cantillon - inflación - despilfarro - corrupción - catastrofe económica
En las historias del pasado que nos cuentan nuestras abuelas y abuelos, se notan un par de cosas: que la tecnología ha avanzado muy rápido en las últimas décadas y que las cosas antes valían una pequeña fracción de lo que valen hoy en día. No existían celulares, computadoras o tarjetas de crédito pero los precios de una casa o de un kilo de huevos eran desconcertantemente bajos si los comparamos con los precios de hoy en día. Nadie duda de que las cosas eran realmente así por que hasta donde alcanza la memoria de las personas vivas en este planeta, siempre ha sido así, los precios siempre suben.
Esto, mas allá de ser lo normal, inevitable o algo inofensivo sin importancia o remedio es en realidad un síntoma cuantificable de la estafa piramidal en la que se encuentra la humanidad, y el hecho de que todos sabemos que el dinero está perdiendo valor con el tiempo pero aceptemos este hecho dócilmente, es la evidencia de que no somos conscientes del crimen que se está perpetrando en nuestra contra y de que la verdad sobre la naturaleza nociva del dinero fiat está siendo ofuscada.
En 1730 en su libro "Die Inflation", Richard Cantillon desarrolla la idea de que el aumento en la oferta de dinero, particularmente a través de la emisión de papel moneda respaldado por metales preciosos, puede generar distorsiones en la economía, alterando las relaciones de precios y redistribuyendo la riqueza. El llamado "Efecto Cantillon" argumenta que aquellos que reciben el dinero recién creado, (que también son los que están más cerca de la fuente de la emisión, como los bancos y el estado), se benefician inicialmente, ya que pueden gastarlo antes de que los precios suban. Sin embargo, a medida que este dinero nuevo se va filtrando en la economía, los precios de bienes y servicios comienzan a aumentar, afectando a aquellos que no recibieron este dinero nuevo. Dicho de otra manera, la moneda fiat es el derivado de menor calidad del los fondos de los bancos comerciales que son a su vez el derivado del dinero emitido por el banco central que es el que guarda los instrumentos financieros que más se asemejan a dinero real.
La palabra inflación ha sido desligada de su contexto original y popularmente se entiende como el alza general en los precios; desligando este síntoma de su causa, que es fundamentalmente el aumento de la cantidad de moneda en existencia.
La "Operación Bernhard" fue un plan de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial; la idea era imprimir millones de libras esterlinas falsas con una calidad tan alta que fueran indistinguibles de las auténticas para así devaluar la libra esterlina y de esta manera debilitar la economía británica mediante la producción de billetes falsificados. Los alemanes sabían muy bien que saturar repentinamente el mercado con moneda haría que el precio de los artículos y los servicios subiera desproporcionadamente ya que solo veinte años antes, durante un periodo conocido como la república de Weimar, el propio gobierno alemán había devaluado su propia moneda imprimiendo grandes cantidades de dinero sin respaldo, llevando la economía a una crisis financiera y enrumbando ese país en un rumbo trágico y brutal.
Muerte lenta, caos repentino
La ilusión de que algo de valor real, es creado de la nada, oculta, como en un truco de magia, el movimiento realmente importante que está aconteciendo. En este caso, lo que no percibimos es el hecho de que el valor está siendo trasladado desde algún lugar espacial o temporal, hacia la moneda que está siendo emitida por decreto.
Las consecuencias de emitir dinero fiat no son inmediatamente aparentes, sino que se expanden gradual y sigilosamente por la sociedad. En efecto, el aumento de la oferta monetaria succiona la cualidad de escasez del dinero, y la falta de esta cualidad lo hace disfuncional como unidad de cuenta; por lo tanto, el resto de mercancías tienen que ser equilibradas (en términos de precio) con una unidad monetaria en constante aumento.
Entre mas disfuncional es una moneda menos valor tiene. El valor de la moneda antes existente se disipa en la moneda recién creada como aire caliente que llena el frió vacio de la nueva moneda. Esta constante pérdida de valor, es experimentada como una degradación a travez del tiempo de la capacidad de compra del medio de intercambio; o, visto de otra manera:
Desde el punto de vista del mercado: se requiere mas moneda para comprar un producto.
Desde el punto de vista del consumidor: los productos están más caros.
Esta constante degradación en la unidad de cuenta es a su vez la desestimación de la energía y el tiempo que las personas invirtieron al trabajar por ese dinero. Conforme se degrada el dinero, también lo hace el valor del trabajo de las personas. Como resultado, cada persona se predispone al hecho de que el fruto de su trabajo es una fruta que se marchita con el paso del tiempo, y que la capacidad de compra de su salario se reduce año con año.
Los seres humanos prisioneros en este contexto, han sido adoctrinados inconscientemente en una realidad inflacionaria y por lo tanto han adoptado la idea de que en el futuro las cosas van a ser mas complejas de resolver que en el presente, ya que pueden contar con que los precios serán mas altos y el trabajo peor remunerado.
Morbidez estatal
La impresión de moneda permite que los estados aumenten significativamente su tamaño y otorga inmunidad para fracasar en sus programas y proyectos; ya que si estos proyectos no crean una verdadera mejora económica (creando servicios y espacios públicos funcionales) y los mismos programas no se traducen en un aumento en la calidad de vida de la población y la recaudación de impuestos; las instituciones públicas tienen licencia para obviar sus errores y desestimar sus fracasos, creando más moneda para financiar sus actividades, ya sea que estas sean de valor para la población o no.
El resultado de este modelo de impunidad financiera, es un enorme aparato estatal, conformado por instituciones, ineficientes, despilfarradoras y sobrecargadas de personal poco motivado, ya que la misma estructura en la que operan, es un obstáculo para que su trabajo se traduzca en mejoras tangibles en la sociedad.
Además, el sector público hace de canal directo hacia el caudal del dinero recién creado por el banco central, por lo que las instituciones públicas y sus funcionarios tienden a ser corrompidos por contratistas externos del sector privado y corporaciones que orbitan y se abren paso en medio de un laberinto burocrático por medio de sobornos y cohesiones de altos funcionarios públicos los cuales funcionan como portillos hacia la impresora de dinero infinito.
Como en un ciclo de adicción, conforme se emite moneda, la capacidad del dinero fiat de afectar la realidad va disminuyendo, por lo que cantidades cada vez más grandes de moneda son necesarias y la frecuencia con la que el estado requiere nuevas inyecciones de esta droga financiera se va acortando.
Adiós a los números, adiós a la esperanza
Cuando este ciclo adquiere cierta velocidad las distorsiones en la economía comienzan a tener un efecto muy tangible e inmediato en la realidad de los seres humanos atrapados en este esquema, los precios empiezan a subir tan abruptamente que se hace evidente el nulo valor de la moneda por decreto, y entonces, de manera masiva, la población pierde la confianza en el sistema monetario y el dinero, y buscan deshacerse de estos papeles sin valor tan pronto como sea posible, cambiándolos por algún producto o moneda que tenga la característica básica del dinero real: mantener la capacidad de compra a través del tiempo.
La pérdida de fe en el dinero fiduciario es la muerte del mismo. Durante el mes septiembre del 2018 en Venezuela, se estima que la hiperinflación alcanzó niveles del 233%, en un solo mes los precios se multiplicaron por tres y hasta más en productos de alta demanda. Hay estimaciones que dicen que la inflación acumulada entre los años 2013 y 2019 en dicho país, fue de cinco millones porcentuales lo cual significa que los precios se multiplicaron por más de cincuenta millones en ese periodo!
La exactitud de estos números absurdos puede ser cuestionada, pero el hecho innegable es que este colapso económico desencadenó una catástrofe humanitaria que tiene consecuencias visibles en la actualidad. Desde Caracas hasta la frontera de Estados Unidos, hoy en día se extiende una fila de miles de kilómetros conformada por millones de seres humanos que buscan escapar de un territorio destruido no por un huracán o un terremoto o una guerra; sí, huyen del hambre y la pobreza; pero posiblemente lo que hace que seres humanos enfrentados a esta situación, busquen huir a través de selvas inhóspitas hacia lo desconocido en vez de intentar reconstruir su patria, sea la desesperanza, la imposibilidad de imaginar un futuro mejor; el síntoma subterráneo del dinero decadente, resultante de ideologías defectuosas.
Cada derrumbe de las Bolsas es una catástrofe para los inversores modestos, que se han creído el cuento de la lotería financiera, y es también una catástrofe para los barrios más pobres de la aldea global, que sufren las consecuencias sin comerla ni beberla: de un manotazo, cada crisis les vacía el plato y les evapora los empleos. Pero rara vez las crisis bursátiles hieren de muerte a los sacrificados millonarios que día tras día, curvada la espalda sobre la computadora, las manos callosas en el teclado, redistribuyen la riqueza del mundo decidiendo el destino del dinero, el nivel de las tasas de interés y el valor de los brazos, de las cosas y de las monedas. Ellos son los únicos trabajadores que pueden desmentir a la mano anónima que alguna vez escribió, en un muro de Montevideo: «Al que trabaja, no le queda tiempo para hacer dinero». Eduardo Galeano
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